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Crónicas del FRENAPO – El sueño colectivo inconcluso

“No era el miedo a los abismos galácticos lo que helaba su alma, sino una más profunda inquietud que brotaba desde el futuro aún por nacer. Pues él había dejado atrás las escalas del tiempo de su origen humano; ahora mientras contemplaba aquella banda de
noche sin estrellas, conoció los primeros atisbos de la eternidad que ante él se abría. Recordó luego que nunca estaría solo, y cesó lentamente su pánico. Se restauró en él la nítida percepción del Universo… aunque no lo sabía del todo por sus propios esfuerzos.
Cuando necesitara guía en sus primeros y vacilantes pasos, allí estaría ella. Ante él, como
espléndido juguete que ningún Hijo de las Estrellas podría resistir, flotaba el planeta Tierra
con todos sus pueblos. Él había vuelto a tiempo. Allá abajo, en aquel atestado globo, estarían fulgurando las señales de alarma a través de las pantallas de radar, los grandes telescopios de rastreo estarían escudriñando los cielos… y estaría finalizando la historia, tal
como los hombres la conocían. Se dio cuenta que mil kilómetros más abajo se había despertado un soñoliento cargamento de muerte, y estaba moviéndose perezosamente en su
órbita. Pues aunque era el amo del mundo, no estaba del todo seguro sobre lo que hacer
a continuación. Mas ya pensaría en algo”, escribió Arthur Clarke, en el año 1968, en su genial novela “2001: Una odisea espacial”.
Aquel libro generó una película que bajo el rótulo de ciencia ficción todavía se puede ver
en algunos canales de cable.
La película y el libro se hicieron clásicos.
Y quedó una marca, 2001.
No fue un año cualquiera.
En la Argentina se cayó a pedazos la ilusión que había despertado la Alianza a través del
gobierno de Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez.
La mayoría del pueblo había votado la fórmula como un rechazo a cualquier señal de continuidad del menemismo que, en aquellas elecciones de 1999, estaba representado por
Eduardo Duhalde y Ramón “Palito” Ortega.
Sin embargo, las esperanzas duraron poco tiempo.
El más emblemático de los ministros de Menem, Domingo Cavallo, el mismo que había
nacionalizado las deudas de las grandes empresas en julio de 1982 reinventando la
deuda externa-eterna y que luego fuera el impulsor de la convertibilidad, del uno a uno
durante los tiempos del riojano; fue llamado por De la Rúa para salvar el barco de su
administración.
Vinieron los corralitos, los corralones y la represión feroz con casi cuarenta argentinas y argentinos asesinados por las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales en diciembre
de aquel año.
Pero las señales arrancaron antes. En el puente que une las hermosas ciudades de Resistencia y Corrientes, en 1999, la Gendarmería mataba en nombre del orden que quería imponer la Alianza.
El estallido de diciembre de 2001 tiene una historia.
Hubo una larga sucesión de hechos sociales y políticos, movilizaciones y cortes de ruta
que desembocaron aquellos días donde el subsuelo de la patria volvió a rebelarse en contra de las minorías dominantes.
La odisea argentina encontraba en el año 2001 aquel futuro “aún por nacer” del que hablaba Clarke a finales de los años sesenta.
El cambio de gerentes garantizaba la continuidad del modelo.
Las máscaras diferentes, sin embargo, ocultaban el mismo rostro: el ajuste para muchos, la
fiesta para unos pocos.
Y la consecuencia fue la pobreza desbocada.
Como decía Clarke es su novela: “Se dio cuenta que mil kilómetros más abajo se había despertado un soñoliento cargamento de muerte”.
Desde Tucumán surgieron los ojos más tristes del mundo, según escribió Eduardo Rosenvaig, aquellos ojos de los chiquitos que en el jardín de la república, en el territorio pletórico de azúcar y dulzura, donde alguna vez se declaró la independencia nacional; en ese
exacto punto de la geografía y la historia argentina, los chiquitos tucumanos se morían de
hambre ante la desesperación de sus padres, sus familias y decenas de trabajadores de la
salud que no podían enfrentar tanta pobreza inventada.
La década del noventa estaba viva.
La desocupación se había multiplicado por cuatro, al igual que las necesidades básicas insatisfechas, esa sigla NBI que también parecía sintetizar un grito, una urgencia, Números Básicos de Injusticia.
Y en forma paralela, la democratización del narcotráfico para convertir a las pibas y pibes
en consumidores consumidos.
Las escuelas iban quedando grandes porque las aulas se vaciaban de adolescentes.
En los canales de televisión los ministros y funcionarios repetían la fórmula conocida.
Sumisión al Fondo Monetario Internacional, obediencia debida al imperio y reducción
de salarios para los trabajadores, los jubilados y descenso de aportes para la ciencia y la
tecnología.
La Argentina patas para arriba.
Donde los pibes eran los únicos beneficiados, ahora era el lugar donde las chicas y los chicos eran los primeros perjudicados.
Era el país soñado por los titiriteros de guante blanco que impusieron la noche carnívora
de la dictadura entre 1976 y 1983.
Por eso es necesario repetir lo que escribió Rodolfo Walsh en marzo de 1977, dirigiéndose a la llamada Junta Militar, en relación al terrorismo de Estado: “En un año han reducido
ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingre10
Carlos del Frade
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so nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero
para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten
ni en los últimos reductos coloniales”.
Agregaba que: “…en este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en
las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades
como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos
militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos,
profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o
la “racionalización”.
Walsh señalaba: “Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se
aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de
esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la
ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente
el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete. Un aumento del 722%
en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad
Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: “Llena de asombro que ciertos grupos
pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos”. El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos
ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche
a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por
hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el “festín de los
corruptos”. Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos
de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell
y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y
desocupación en la Argentina”, remarcaba el periodista, escritor y militante revolucionario.
¿Por qué la democracia política alcanzada después de tanta lucha y tanto dolor no generaba democracia y justicia social para los argentinos?
Esa era la desesperante pregunta que desde el año 2000 atronaba en la conciencia de las
mayorías.
¿Por qué las minorías de siempre, los delincuentes de guante blanco, los dueños del poder
económico hacían lo que querían con los que son más en estas pampas?

Descripción

El Sueño colectivo inconcluso, la lucha por la igualdad y la riqueza

CRÓNICAS DEL FRENAPO
EL SUEÑO COLECTIVO
INCONCLUSO
La lucha por la igualdad y la riqueza
Carlos del Frade

© 2011 Central de Trabajadores de la Argentina
ISBN 978-987-26577-4-1
CTA Ediciones
Director: Marcelo Paredes
Edición: Cora Rojo
Tel: (0054) (11) 4381-9443
Lima 609 – 7º Piso, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
[email protected]
Documentos:
Biblioteca de los Trabajadores de la República Argentina
Coordinadora: Graciela Córsico
www.bibliotecacta.org.ar
Ilustración y diseño de tapa:
Fabián Piedras
[email protected]
Diagramación:
Yolanda Padilla
[email protected]
Impreso en: Gráfica Laf SRL,
Monteagudo 741 (B1672AFO), Villa Lynch
Todos los derechos reservados.
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

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